Son piadosos labradores que visitan a los santos en sus ermitas; curanderos que intentan suplantar a los médicos y sacan los cuartos a sus enfermos; cirujanos que hacen sangrías y practican operaciones de carnicero; mujeres que se tiran de los pelos en la iglesia por puntillos de preferencia, y hombres que riñen por ocupar el primer asiento o llevar una vara del palio; hidalgos y palacianos, con su vanidad y sus preocupaciones de clase; judíos, gitanos, agotes y brujos, que procuran defenderse de los prejuicios de una sociedad hostil; gentes que huelgan y celebran sus fiestas en alegres gaudeamus, bebiendo y danzando al son de la flauta y del tamboril; cazadores y pescadores que manejan ballestas, arcabuces, azores, redes y cañas; ladrones y bandoleros que roban casas e iglesias, y asaltan a trajinantes y pasajeros en las Bardenas; curas y frailes que quieren tener a raya a sus feligreses o discuten por un responso; almadieros que bajan silenciosamente por el Aragón y feriantes que trafican y engañan a sus clientes. No faltan algún proyectista atrevido y seres felices e ilusionados, siquiera sea unos momentos, que en aras del amor raptan a una monja o buscan un tesoro. La economía y las calamidades públicas tienen también su rincón.
Algunos episodios, son reflejo de los esfuerzos de los pueblos de señorío para liberarse de la dependencia de sus señores, trátese de particulares o de monasterios. En ocasiones la lucha adquiere caracteres dramáticos, y al sonido de la campana que toca a rebato, estalla el motín popular. No pueden faltar tampoco las rencillas de los bandos locales o de pueblo contra pueblo, espadas desenvainadas y tragedias sangrientas".
Florencio Idoate Iragui
Rincones de la Historia de Navarra
Iruñea 1954
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