Y las yeguas, al revés. Metían las crías dentro y ellas formaban de culo para afuera, para si se arrimaba el lobo, zarandearlo a coces con las patas. Mientras, el caballo, el semental, venga a dar vueltas alrededor.
En todas las casas de labradores había entonces ovejas. Y tenían perros mastines, con unos collares gruesos llenos de pinchos largos. Carlancas les llamaban. En mis tiempos aún se veían algunas, recogidas en los corrales.
Luego rompieron esas tierras de monte, las roturaron, y entonces desaparecieron los lobos.
Todas esas cosas, y más también, se las oía yo a los mayores de entonces, a mi bisabuelo y a otros, que las contaban en los corrales de la Bardena, sobre todo en invierno, porque entonces hace noche para todo y te cansas hasta de dormir".
Humbelino Ayape, Antonio Zavala
Las Tardes de la Bardena
1978-1994
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