2014-11-12

Basilio Lacort Larralde




"Las personas suscribientes del presente escrito, somos miembros activos,
amigos y colaboradores del COLECTIVO CULTURAL “BASILIO LACORT”,
que como tal viene desarrollando autónomamente
y desde el “AUTOBÚS DE LA MEMORIA” un trabajo colectivo
en pro de la recuperación de la memoria histórica y democrática
bajo la inspiración de la figura política que da nombre a nuestro Colectivo,
que no es otro que la figura del periodista, sindicalista, político republicano,
navarro D. BASILIO LACORT LARRALDE.

Recientemente hemos podido comprobar que desde el
ÁREA DE PROYECTOS DEL AYUNTAMIENTO DE PAMPLONA
se ha redactado un Proyecto y Dirección de la obra de construcción de un Panteón
que acoja los restos de fusilados en la 2ª República,
obra que se ha llevado a cabo en el Cementerio de Pamplona
a finales del pasado año 2013.

Independientemente de la opinión que podamos tener respecto
a la oportunidad y alcance de dicha obra,
hemos podido comprobar que la ejecución de la misma ha afectado
al Panteón que BASILIO LACORT y su familia tienen en el Cementerio de Pamplona,
desplazando dicho Panteón y Mausoleo y procediendo a talar los árboles frondosos
que le daban cobijo, sin que por el momento sepamos quién solicitó y autorizó
el desplazamiento del Mausoleo de su espacio anterior y la tala de los árboles,
sustituyéndolo por una losa de mármol negro cuyo destino final desconocemos.

Hemos de decir que la historia del Mausoleo de D. BASILIO LACORT
está ligada al Cementerio Civil ubicado en Pamplona,
debiéndose saber que dicho Mausoleo fue asaltado en Julio de 1936,
siendo profanado por los golpistas, siendo destruidas las inscripciones esculpidas
en sus paramentos a golpe de piquete y martillo.

En el año 1939, el Cementerio se remodeló bajo la dirección del Arquitecto Municipal
y miembro de la Junta Carlista de Guerra, D. VICTOR EUSA,
creando una nueva parcela (la nº 17) para los muertos durante la guerra.

Más tarde, entre 1944 y 1970, el Cementerio Civil
fue trasladado a la zona donde hoy se ubica el horno crematorio.

Entre la remodelación y la transformación se desmontó
el Mausoleo de BASILIO LACORT abandonando las piedras
que lo componían en un rincón del Cementerio.
Los restos de D. BASILIO LACORT y su hermana se depositaron en un nicho
y así pasaron los años entre el silencio y el desprecio,
sin que nadie pudiera reclamar el Mausoleo,
que hay que decirlo, fue sufragado con fondos allegados por republicanos navarros
residentes en Argentina.

Transcurrido el tiempo y con los nuevos aires de cambio que rigieron
en el Ayuntamiento de Pamplona a lo largo del año 1978,
se puso punto final al Cementerio Civil y en la transición
los restos de D. BASILIO LACORT se trasladaron de dicho Cementerio Civil
a un lugar que podemos considerar digno de la figura histórica que representaba.

Es en el año 1982, bajo el mandato del entonces Alcalde, D. JULIÁN BALDUZ,
cuando se decide recuperar las piezas del Mausoleo así como los restos
depositados en los nichos y se reconstruye de nuevo el Panteón
que acogerá definitivamente los restos del personaje más simbólico
del republicanismo y el laicismo en Navarra.

Para mayor relevancia, se remodeló un espacio propio en un lugar preferente,
una parcela triangular despejada para que se pudiese contemplar el monumento
desde cualquier ángulo; en la base del Mausoleo se sembró césped
y se plantaron hermosos árboles creando un lugar agradable e íntimo,
apropiado para el recuerdo en el que hay que decir que durante 31 años,
manos anónimas han venido depositando flores
con pétalos de colores rojo, amarillo y violeta al pie del Mausoleo.

Esto ha venido sucediendo hasta un desgraciado día de finales de 2013
en que alguien desmontó el Panteón, se talaron los árboles,
transformando el lugar apacible y sereno de su reposo en una parcela inhóspita
y atacando una vez más de D. BASILIO LACORT LARRALDE
quien según parece, sigue incomodando o molestando,
ciento cinco años después de su fallecimiento.

La figura de D. BASILIO LACORT LARRALDE aunque es una figura
en parte desconocida, es también una figura intencionalmente silenciada,
de manera que pertenece a aquello que se ha dado en llamar, “memoria silenciada”,
que no es lo mismo que “silencio de la memoria”,
de lo cual es buena muestra lo que hasta aquí venimos relatando. 

De cualquier manera, el COLECTIVO CULTURAL BASILIO LACORT
pretende de una parte, denunciar lo acontecido como un verdadero ataque
en primer lugar al Mausoleo que acoge los restos de D. BASILIO LACORT LARRALDE,
así como a sus deudos, amigos y familiares, entre los que figura este Colectivo;
pero además como un nuevo ataque a su memoria y a su significado,
máxime cuando se ha hecho de una manera totalmente innecesaria
y ante el desconocimiento total de la ciudadanía y de las Asociaciones memorialistas.

Para nosotros lo acaecido constituye un auténtico atropello
y exigimos una inmediata reparación del mismo,
lo que a nuestro entender constituye un auténtico deber y una obligación
para cualquier ciudadano, pero en especial para aquellos ciudadanos
cuyas señas de identidad sean la democracia y el republicanismo.

Por lo tanto, solicitamos del Ayuntamiento de Pamplona
que en concordancia con lo relatado, se reponga el Mausoleo
de D. BASILIO LACORT LARRALDE
y su familia al lugar que ocupaba durante los últimos años
por decisión del primer Ayuntamiento democrático de la ciudad,
después del golpe de 1936, siendo repuesto el arbolado que lo rodeaba,
tal y como lo estuvo en su plaza de Planta triangular hasta que fuera retirado".


29-10-2014



http://www.euskomedia.org/aunamendi/84171:

Basilio Lacort Larralde
Periodista y militar navarro. Nacido en Bera el 15 de junio de 1851, de padre aragonés y madre beratarra. Murió en Pamplona el 5 de julio de 1908.
Ingresó, como su padre, en la Guardia Civil. Ganador de la Cruz Blanca de mérito militar, fue destinado, al comenzar la segunda guerra carlista a Elizondo participando activamente en la misma en el bando gubernamental. Obtuvo varias condecoraciones y pasó a Cuba donde obtuvo la cruz roja de 1.ª hasta ser repatriado por enfermedad. Oficial del ejército, participó en la intentona republicana de 1883 teniendo que huir a Portugal. Cuando pudo volver, fue a Madrid donde trabajó probablemente en el periódico republicano El País de Ruiz Zorrilla. Trasladado a Pamplona, fundó en 1898 El Porvenir Navarro, semanario que dirigió con un peculiar estilo incisivo y anticlerical. Sostuvo frecuentes polémicas con los medios católicos llegando a ser excomulgado por el obispo de Pamplona en el año 1900, consiguiendo éste que la publicación fuera suspendida gubernativamente. Sin embargo el Gobierno Civil autorizó a Lacort la publicación de un nuevo semanario, La Nueva Navarra, que también fue condenado, provocando la aparición de una réplica integrista llamada La Vieja Navarra dirigida por Benito Valencia. El tono de la polémica entre los dos periódicos fue áspero y deslenguado como puede apreciarse leyendo los versos aparecidos en el n.° 4 de la La Vieja Navarra:
"Sienten no poder tener
el periódico y su autor,
para hollarlos, escupirlos
y hacerles el gran honor
de mezclarlos con el fango
de un inmundo muladar,
y echarlos a la letrina
en que debieran estar".
A tenor de la polémica apareció también El Azote, defensor de Lacort, al que el obispo acusó de defender los errores modernos como "el sufragio, el jurado, la tolerancia religiosa, los actos civiles, la secularización de los cementerios, la libertad de emitir libremente cada cual sus ideas de palabra o por escrito...", En sus réplicas, el beratarra argumentaba no tocar el tema religioso sino únicamente el clerical. Lacort, dice Lecea, "vino a ser una especie de símbolo del republicanismo y del laicismo, con todo lo que esto debía suponer en la Pamplona de principios de siglo". Sus polémicas fueron ampliamente comentadas en la prensa de Madrid y provincias.
En 1903 asistió a la Asamblea de Madrid de la Unión Republicana. El primer ayuntamiento republicano le dedicó una calle del ensanche de Pamplona. En 1936 fueron raspadas las inscripciones de su tumba -que hoy no existe-, incluso su nombre, en el cementerio civil, arrancándose el símbolo de la libertad con el que estaba adornada.
Ref. Lecea Yabar, Juan M.ª: "La Vieja Navarra" y "La Nueva Navarra", DN, Pamplona, 1973, 211 pp.; García-Sanz Marcotegui: Republicanos navarros, Pamiela, Pamplona, 1985, pp. 93-106.



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