La joya que perdió Estella y guarda el Metropolitan
EL
MUSEO NEOYORQUINO CONSERVA UNA PÍXIDE DEL SIGLO VI, pieza única que
perteneció a san pedro de la rúa y al banquero j.p. morgan
Un reportaje de R. Usúa - Domingo, 8 de Febrero de 2015
Fotografía
antigua, tomada hace más de un siglo, donde se observa la píxide cuando
pertenecía a la parroquia. (ARCHIVO PRÍNCIPE DE VIANA)
imagine
que está disfrutando de unas merecidas vacaciones en la Gran Manzana y
una mañana decide pasarse por el Metropolitan Museum of Art, uno de los
museos más espectaculares y visitados no solo de toda Nueva York, sino a
nivel mundial. Mientras camina por el enorme laberinto de obras de arte
que allí se exponen se fija en una vitrina y pone los ojos en una
pequeña caja de marfil tallada, circular, con tapa, de apenas 9 x 11,5
centímetros, y cuya leyenda reza que perteneció a la parroquia de San
Pedro de la Rúa de Estella.
Algo similar le sucedió hace algo más
de una década a Emilio Quintanilla, doctor en Historia del Arte por la
Universidad de Navarra y que ahora mismo reparte su tiempo entre la
dirección de la Fundación Miguel Echauri de Pamplona y los cursos
culturales de la Fundación Caja Navarra.
Este sevillano de
nacimiento pero residente en la capital navarra desde hace muchos años
es quien mejor conoce la curiosa historia de la denominada píxide de San
Pedro de la Rúa; una historia, eso sí, llena de incógnitas que
seguramente nunca se resuelvan, pero de la que sí hay alguna certeza,
por ejemplo, que perteneció al templo estellés hasta hace algo más de un
siglo, que después pasó a manos del popular banquero y coleccionista
estadounidense John Pierpont Morgan (J.P. Morgan) y que hoy en día se
puede contemplar en el MET, en el número 1.000 de la Quinta Avenida
neoyorquina.
¿Qué es una píxide? Aunque la palabra suene rara, no
es ni más ni menos que “una caja que se empezó a usar desde los
primeros años del Cristianismo para la reserva eucarística, como un
copón pero sin base”, dice Quintanilla, quien añade que antes ya las
utilizaron los griegos, fabricadas en cerámica, para otros menesteres
ajenos a la religión.
pieza única del siglo VI En el caso de la
de Estella, parece que su origen podría situarse en el Siglo VI, según
investigaciones de autores como Joseph Breck o Baldwin Smith. Es de
estilo bizantino, y la tesis que defiende Quintanilla es que o bien se
talló en Egipto o bien en Rávena (Italia), ciudad en la que se asentaron
muchos artistas de Alejandría tras la llegada de los musulmanes, poco
amigos de las artes figurativas. “Lo que está claro es que tiene un
origen exótico, y por eso es una pieza tan rara y tan interesante. En
España no hay ninguna más, sí en algunos museos extranjeros. Aquí,
cuando se necesitaba una pieza así, se encargaba a talleres musulmanes,
como pasó con la arqueta de Leyre. En Córdoba o en Cuenca sí había
talleres de marfil pero piezas de origen musulmán”, explica.
Desde
luego, nada que ver con la de Estella, donde se detalla la escena
bíblica de la multiplicación de los panes y los peces. “Es una pieza
única y por eso su riqueza reside en que, si se conservase, sería el
primer objeto cristiano de Navarra, ya que todos coinciden en que es del
siglo VI”.
Quintanilla, que dedicó un capítulo de su tesis
doctoral precisamente a la píxide antes de topar con ella en Nueva York
cuando la daba por perdida, tampoco puede afirmar cómo aquella curiosa
pieza llegó hasta Navarra, pero apuesta a que fue a través del Camino de
Santiago. “Es una suposición mía, pero quién sabe. A raíz de la
historia del obispo de Patrás, que llegó a Estella en peregrinación
(1270), intenté encontrar algo, pero en la narración se dice que era una
caja que llevaba colgada del cuello con unas correas y cuadrada, así
que no sería la píxide. Pero está claro que Estella tenía una relación
con Oriente, y lo lógico sería que fuese a través del Camino. Lo único
que sí sabemos es que estaba en Estella en 1886, porque la
fotografiaron, y que en 1911 ya no estaba”.
Al parecer, fue uno
de los párrocos de entonces quien la vendió. “Pudo ser en los primeros
años del Siglo XX, años especialmente malos económicamente para Navarra
por una plaga de filoxera, o puede que la parroquia necesitase dinero.
Esas cosas pasaban, se vendían objetos, la diferencia es que aquí
alguien la había fotografiado y por eso sabemos que fue de la
parroquia”.
También se sabe quién fue el comprador: el millonario
JP Morgan, quien dedicó su fortuna a coleccionar obras de arte y que,
como explica el doctor, tenía agentes repartidos en muchos puntos de
Europa, entre ellos, los cónsules americanos. “Luego cedió toda su
colección al Metropolitan y ahí se expone ahora”.
Emilio
Quintanilla cree que sería prácticamente imposible intentar recuperar el
objeto “después de más de cien años allí”, pero sí ve viable que se
pudiera pedir en préstamo para exponerlo en Navarra durante una
temporada. De hecho, -recuerda- ya lo sugirió. “En el milenario de la
arqueta de Leyre propuse que se pidiera para exponerla, pero no fue
posible. Yo creo que el Metropolitan la prestaría, pero hace falta
dinero y que lo solicite alguna institución”.
detalles
Tesis
doctoral. Quintanilla dedicó su tesis a la protección del patrimonio en
Navarra durante el Siglo XIX mediante la Comisión de Monumentos, época
especialmente delicada por la sucesión de guerras. Así conoció la
existencia de la píxide, pero la buscó en el Catálogo Monumental de
Navarra y no aparecía. “Me dije: otra pieza que falta”. Fue después
cuando topó con ella en Nueva York y más tarde, estando en la biblioteca
de la Universidad de Oxford un verano, recopiló mucha más información.
Año
1886. La primera referencia bibliográfica a la píxide la realizó
Madrazo en el año 1886, aunque no pudo examinarla al detalle. Después la
investigaron más expertos cuando ya pertenecía a la colección de John
Pierpont Morgan.
http://www.noticiasdenavarra.com/2015/0 ... tropolitan