En las últimas semanas, querido lector del blog,
se ha llevado a cabo una discusión histórica sobre Amaiur
protagonizada por Pedro Esarte y Peio J. Monteano
en las páginas del periódico navarro "Diario de Noticias".
Reproducimos aquí sus, por el momento, cinco pasajes.
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Pedro Esarte: "Las tropas de Castilla que tomaron Amaiur".
"A sabiendas
o por desconocimiento se ha venido dando pábulo a la existencia en Navarra de
dos sociedades enfrentadas, e incursas en una denominada guerra civil durante
100 años, que sería una razón que justificaría la intervención de Castilla a
favor de uno de los bandos, que culminaría con la ocupación de 1512. El asunto
es tanto más destacable, por cuanto se basa en una falsedad interesada, dando
valor de hechos veraces a simples conjeturas que mantienen quienes yerran,
mienten, falsean o simplemente desconocen los hechos. Lo que no es baladí por
cuando se implican gentes con titulaciones académicas que desarrollan su
actividad en la enseñanza o en cargos de responsabilidad pública.
Esta
situación se acrecentó en tiempo de la dictadura y se desarrolló por los gobiernos
posteriores, como aplicación de una política de adoctrinamiento que ha llegado
al presente institucionalizada, con rango de normalidad en todos los ámbitos
educativos.
Así, es
posible leer un reportaje en DIARIO DE NOTICIAS de 18 de agosto (Mirarte p.
59), reportaje de Iñaki Mendizabal, que pone en boca de Aitor Pescador que
“resta hombres a la soldadesca castellana, que en ocasiones ha sido inflada
hasta los 10.000 efectivos”, y basa su opinión en cifras de Peio Monteano:
“Monteano habla de 600 jinetes acorazados y unos 4.000 infantes, de ellos 1.500
castellanos y 2.500 navarros beamonteses…”. Es decir, que de un total de 4.600
efectivos, 2.500 serían “navarros beamonteses”. Mi sorpresa al leerlo fue
grande, si tenemos en cuenta que las cifras que detallé en mi libro sobre la
conquista fueron obtenidas documentalmente, capitanía por capitanía, sumando
unos 6.200 soldados regulares castellanos, de cuota y armas, además de los 360
gentiles hombres de la guardia propia del virrey conde de Miranda, cuya suma
supera los 1.500 que el periodista atribuye a Monteano y Pescador.
Documentación que cita las compañías castellanas estacionadas en Navarra
(Idoate contabiliza unos 6.200 soldados), como las de Juan de Tovar, el conde
de Alba de Liste, de Meneses de Bobadilla, del conde de Cifuentes, de Hernando
Enríquez, Pero Vélez, Diego Hurtado, Luis Herrera y Gómez de Agraz. Además de
la caballería (unos 1.088 hombres), la infantería vieja (entre otros Pizarro),
las tropas de las fortalezas de Estella e Irun. O la infantería nueva (otros
1.141 hombres). Más las gentes de la fortaleza de Pamplona, aportadas por
Castilla (unos 1.803 soldados) distribuidos entre veinte capitanías.
A ellos
se suman navarros como capitanes de compañías bajo el mando castellano (ya para
el año 1513 juraron como capitanes de Castilla “al estilo de España” Góngora,
Donamaría y Esparza) conformando sus mandos con soldados de cuota, todos bajo
la obediencia al virrey castellano. Finalizan las tropas estacionadas en
Navarra con las dieciocho compañías que participaron desde la retaguardia.
Todas compañías estables y llegadas desde Logroño, Aragón o Gipuzkoa.
¿DE DÓNDE SALEN LOS BEAMONTESES NAVARROS?
En
cuanto a los 2.500 beamonteses, he de decir que no existieron. Hay tres
personajes, Ursua, Iturbide y Echaide (se les cita como “gente que está hecha
por conducta del reino”), de quienes se esperaba que aportaran 100 hombres cada
uno. Sin embargo, el capitán Ursua (de quien se dice era “aficionado a
Castilla”) solo llegó a juntar una veintena de parientes y allegados que se
dedicaron a hacer tareas de espías; Iturbide solo anduvo en correrías y saqueos
con una quincena de parientes suyos y lacayos, y de Echaide no se conoce que
siquiera llegara a juntar hombres para la campaña. Los supuestos 2.500
beamonteses hay que bajarlos a cero. Hay dos capitanías de los Beaumont, pero
se constataron como compañías de obediencia al virrey y servicio armado al
estilo de España, e incluso estaban nutridas con gentes foráneas.
¿QUÉ HICIERON LOS NAVARROS?
Quedaría,
pues, relatar la forma en que fueron reclutados los navarros y a qué se dedicaron.
El virrey hizo llamada al servicio obligatoria, conforme correspondía hacer al
reino. Se llamó a todos los señores para que acudieran con sus lacayos, y a los
pueblos para que alistaran a los vecinos al servicio obligado al reino de tres
días a su costa, con la promesa de que los demás días se les pagaría. Tras ese
procedimiento, ¿cómo separar entre los vecinos obligados, los agramonteses de
los beamonteses? En cuanto a los lacayos de los señores llamados (de obligada
asistencia también), quedó constancia de que fueron dedicados al acarreo y
arrastre de la artillería, vituallas, abastecimientos y útiles necesarios, pues
hay que tener en cuenta que los, cuando menos, 6.560 soldados necesitaban el
apoyo logístico del acarreo, tarea que se encomendó a los navarros llamados a
acudir como obligación de servir al reino. No hay un solo dato de que se armara
a esos vecinos, ni que se de noticia de algún acto heroico de ningún navarro,
cuando al ocupante le hubiera gustado resaltarlo. Tenemos también una lista de
5 docenas de heridos que se halla en Simancas, que fueron atendidos después de
concluida la toma de la fortaleza de Amaiur en el hospital de campaña
instalado, sin que haya navarro alguno entre los nombres de ellos.
Esta es
pues una síntesis del paso de las tropas castellanas por Amaiur, y de la forma
que asistieron los navarros que fueron obligados por los ocupantes, sin que
haya cita ni referencia alguna de que participaran en combate. Y es que la
existencia de beamonteses y agramonteses no está documentada por datos de la
época, ni por autores coetáneos, ni consta en los archivos de Castilla, Aragón
y Navarra correspondientes a los siglos XV y XVI. Ni era el sistema de
diferentes obediencias, la que distinguía a la forma de regir a los Trastámara.
Pero de eso hablaremos otro día".
Peio J. Monteano: "1522. Navarros contra Amaiur".
"En los últimos años historiadores y
arqueólogos vamos completando nuestro conocimiento de los hechos que llevaron a
la toma del castillo de Amaiur el 19 de julio de 1522 tras la heroica
resistencia de un puñado de navarros legitimistas. Unos hechos que, desde muy
antiguo, han sido uno de los hitos de la historiografía nacional navarra, pero
que aún hoy están rodeados de inexactitudes históricas que sustentan
apasionadas interpretaciones, más ancladas en la política actual que en la
Navarra del siglo XVI. Desde un lado, se resisten a admitir que la unión a
España fue impuesta por las armas. Desde el otro, que en ese proceso se
imbrica, junto a una guerra internacional entre España y Francia, una fractura
entre los propios navarros.
EL ERROR DE
ESARTE
Uno de los aspectos que más postillas
levanta es, sin duda, el que en la toma de Amaiur hubiera muchos más navarros
entre los atacantes que entre los defensores. Esarte pone en duda, no sólo que
los navarros estuvieran divididos en dos parcialidades -agramonteses y
beamonteses- sino la colaboración de tropas navarras en la toma del castillo.
Para ello se basa en un documento que relaciona unidades castellanas que suman
más de seis mil soldados. La lista consta por partida doble en el Archivo Real
y General de Navarra (AGN) y en el de Simancas, pero en ambos casos no tiene
fecha. Idoate, muy prudente, se curó de datarlo “circa 1522”, pero Esarte,
aunque no justifica por qué, lo convierte en el recuento del ejército que atacó
Amaiur en julio de ese año y en la prueba palpable de que en él no hubo tropas
navarras.
Tengo que decir que, una vez más, Esarte
se equivoca. La documentación del AGN y de Simancas, en especial los registros
de cuentas, las nóminas de soldados y las libranzas de pago (que pueden
consultarse en Internet y que sí cuentan con fecha) prueban que, sin lugar a
dudas, esa relación es casi un año anterior a la toma del castillo. En realidad
corresponde al pago de las tropas que estuvieron en Navarra entre septiembre y
noviembre de 1521 para oponerse a la contraofensiva franco-navarra que
pretendía recuperar Pamplona. El hecho de que esa relación incluya los casi dos
mil hombres de las milicias municipales castellanas (licenciadas en noviembre
de 1521 y que no participaron en la toma de Amaiur) es ya un indicio que debió
haber alertado a Esarte de su error.
NAVARROS
BEAMONTESES, NAVARROS AGRAMONTESES
Tampoco hay dudas sobre la considerable
participación de tropas navarras en la ofensiva que culminó con la toma de
Amaiur. La misma correspondencia capturada a sus defensores tras la rendición,
las llamadas cartas de Maya,
así lo atestigua. En concreto, la carta con la que el 11 de julio de 1522 el
notario Agerre, de Etxalar, informaba a los legitimistas de la llegada del
ejército sitiador evita que tengamos que elucubrar sobre este tema. Esta carta
puede consultarse también en Internet. Así, describiendo el ejército que se le
echaban encima a Velaz de Medrano asegura: “Y tienen gran fama de gente, pero
es lo cierto que no hay sino bien pocos castellanos, sino lo que en Navarra los
beamonteses han podido coger. Es verdad que en todo el reino hay mandamientos
del Gobernador para levantar gente, pero no puede sacar de los agramonteses
sino algunos por fuerza en la Cuenca de Pamplona”. Es decir, a pesar de que se
dice que el virrey español viene con un gran ejército, lo cierto es que vienen
muy pocos castellanos. La mayoría son tropas reclutadas por los nobles de la
parcialidad del conde de Lerín y algunos agramonteses obligados a participar en
la ofensiva. Y por documentación recientemente aparecida en el AGN, conocemos
con todo detalle este reclutamiento.
La evaluación concreta de las tropas
castellanas nos las da el propio virrey en una carta conservada en Simancas. Al
pedir a Carlos V que le envíe dinero para pagar a su ejército, lo cifra con
precisión: 1.500 soldados de infantería, 400 hombres de armas (caballería
pesada) y 200 jinetes (caballería ligera). Y respecto a las tropas navarras
añade que tampoco puede pagarlas: “Y de la otra gente de la tierra no hay de
qué hacer dinero”. Habían sido reclutadas siguiendo el tradicional sistema
foral y debían ser pagadas a partir del tercer día. Por todo ello, conocemos
con precisión los contingentes navarros incorporados progresivamente desde el 5
de julio. De millar de soldados aportados por la merindad de Pamplona destacan
los de algunas cendeas de la Cuenca (148 soldados), Larraun-Araitz-Leitzaran
(138) y Sakana (108). De la de Sangüesa acudieron otro millar, destacando las
milicias de Roncal (250), Longida-Aoiz (185) y Sangüesa (177) Estella y Olite
aportaron contingentes mucho más pequeños y Tudela apenas 23 escuderos. Según
la contabilidad castellana, se libraron a los capitanes navarros casi 700.000
maravedíes, lo que permite cifrar el contingente en 2.300-2.500 soldados. Es
más, gracias a los poderes notariales que los milicianos otorgaron para
gestionar su cobro, sabemos los nombres y apellidos concretos de los casi 700
que integraron las milicias de Roncal, Leitzarán, Valdizarbe y Sakana.
Los historiadores no podemos tomarnos las
licencias que utilizan los escritores de novela histórica a la hora de moldear
su obra. Debemos ser muy rigurosos en la crítica y tratamiento de toda la
documentación disponible. Y en cuanto a las interpretaciones, siempre
respetables, debemos cuidarnos de caer en relatos de buenos y malos, y de
cometer la injusticia de juzgar a la gente sacándola del tiempo que le tocó
vivir".
Pedro Esarte: "¿Existieron tropas navarras en la toma de Amaiur?".
"En la
respuesta a mi artículo, el señor Monteano da por hecha la existencia de dos
interpretaciones históricas sobre Navarra, frente a las que se muestra
equidistante, pero sin embargo él acepta la guerra de 100 años entre
“agramonteses y beamonteses”, en lo cual yerra. Recomienda “cuidarnos de caer
en relatos de buenos y malos”, cuando mi visión es entre dominados y ocupantes,
cosa sustancialmente diferente, como ocurrió en realidad, ya que no había
parcialidades enfrentadas civilmente y menos armadas. Y lo sostiene cuando fija
“tropas navarras” en la toma del castillo, en contra de la documentación
existente.
Los
autores castellanos de la época (incluido Luis Correa que se supone testigo
presencial), no mencionan dicha división. Los archivos castellanos, aragoneses
y navarros, tampoco la mencionan. A destacar la profusa documentación
consultada de la Cámara de Comptos, Protocolos notariales, Archivo Municipal de
Pamplona, Rena y Procesos de la Corte Mayor y del Consejo Real, que tampoco lo
mencionan. Y tampoco se llaman así los supuestos grupos, ni entre sí, ni entre
ellos.
Nominar
hoy agramonteses y beamonteses como parcialidades es falsear los hechos y caer
en un presentismo ajeno a la documentación. Monteano presume de que “Los
historiadores tenemos el deber de explicar el pasado, no de justificar el
presente. Tenemos que exponer los hechos tal y como se produjeron, con rigor,
valor y sinceridad [...] para distinguir en todo momento el cómo fueron las
cosas [...] contextualizada política y mentalmente en su época […]”. Versión
citada pero no seguida.
En
cuanto a las “tropas navarras”, ni hubo tales tropas, ni fueron armadas, ni
tuvieron quien las mandara. Los navarros presentes en Amaiur fueron obligados,
y se dedicaron a abrir los caminos, arrastrar la artillería, acarrear los
utillajes, las vituallas y los abastecimientos para los soldados. Su recluta
fue hecha a los alcaldes de los pueblos, mediante las órdenes virreinales
llevadas por comisarios militares, que requerían a la “llamada del reino” a los
habitantes de los pueblos y muchos tuvieron que ir acompañando a sus animales
de trabajo y carros requisados, para poder volver a casa con ellos.
Incluso
Monteano cita el año 2010, la recluta forzada, reconociendo las dificultades de
alistamiento: “las resistencias de los pueblos a aportarlos [...] fueron muy
grandes. Para obligarles, el virrey hubo de enviar comisarios acompañados de
soldados, repetir varias veces sus requerimientos y amenazó con cuantiosas
multas. Aun así, varios jurados de los pueblos prefirieron terminar con sus
huesos en la cárcel”. ¿Dónde están entonces las tropas navarras beaumontesas?
Sobre
el número de tropas castellanas, el recuento que hice para mis cifras no
proviene sólo de los datos de Idoate (que también), pero como conoce Monteano
mis datos se confrontan con las cifras dadas por los soldados que se asentaron
en Navarra tras la conquista, y los fui recogiendo de procesos civiles
posteriores. Al testificar, declaraban al regimiento al que pertenecían y los
años y lugares donde lucharon. Las capitanías que menciona Idoate como
participantes, son coincidentes en gran número con las declaraciones de los
soldados castellanos que sirvieron en las tropas castellanas en Amaiur, y en
otros hechos que detallé en el libro de la conquista.
También
están confirmadas las entradas de nuevas tropas a Navarra tras el verano de
1521, que fueron llegando desde noviembre de ese mismo año y siguieron viniendo
durante el primer cuatrimestre de 1522, y las que los meses previos, cubrieron
las principales fortalezas de Navarra y Pamplona, dado que las tropas que
acudieron a Amaiur fueron engrosadas hasta con las guarniciones existentes. Lo
detallo en el libro de la Conquista, con datos contrastables y existentes en el
propio ARYGN.
En esta
situación, mantener que los cercados “sabían que la mayoría del ejército eran
beamonteses y algunos agramonteses de la Cuenca de Pamplona movilizados
forzadamente ...”, tiene poco que ver con la reclamada necesidad de “exponer
los hechos tal y como se produjeron, con rigor, valor y sinceridad […]”.
En
cuanto a la carta de Aguerre, Monteano leyó mi copia, que se la tomé al P.
Recondo, y a cuya trascripción sobre beamonteses y agramonteses no le doy
crédito, tal como pongo en la 3ª edición del libro de la conquista. Aguerre y el
rector Joanes de Elizondo se informaron de las tropas que traían los
castellanos a Amaiur conversando con el espía de los castellanos, Martín de
Ursua, y de un clérigo familiar suyo. Naturalmente, les mintieron en todo.
Según la posdata de la citada carta, les dijeron que los castellanos tenían
otro objetivo: “[…] sobre Fontarrabía van mucha gente de Castilla segun se dice
que van todos los caballeros de Castilla con grande exército, y los
guipuzcoanos con ellos. Que dicen que ya están en Urtubia y Vra. M. no habrá
[no tendrá] socorro”.
Monteano
me invita a acudir a Internet a ver este documento, pero ni está la carta ni
tampoco han sido publicadas otras de las encontradas en la fortaleza en
Internet como Cartas de Maya. El sabrá, como técnico superior del
ARYGN, por qué no han sido puestas en la Red tras la realización del inventario
y su publicación; y por qué han sido puestas otras que no pertenecían al fajo
de las encontradas en la fortaleza.
También
puede explicar Monteano, de donde deduce que el ejército total que fue a la
toma de Amaiur, por una demanda de dinero que hizo el virrey a Carlos I (para
1.500 soldados de infantería, 400 hombres de caballería pesada y 200 de
caballería ligera (-¿y la artillería?-). Las cuentas de la conquista son un
capítulo muy extenso y lleno de marrullerías, del que ya explico algunas
cuestiones en mi libro Rena II. Para la gente de la tierra la falta
de pagos, fue lo cotidiano. Muchos pleitearon inútilmente para ser pagados
cuando menos en los gastos y no lo consiguieron.
En este
ambiente sacar la cuenta de asistentes por las cifras a pagar (Rena guardaba
exquisitamente los recibos de lo pagado), resulta hacer cábalas y suposiciones,
dado que mucha de la documentación citada está sin fechar y no contiene los
recibos que justifiquen su pago. Yo recojo las demandas de pueblos que
reclamaron el pago por su asistencia y nunca cobraron. Y nunca aludieron en sus
demandas a su participación como tropa, y mucho menos como combatientes.
Si de
los 2.500 beamonteses que se afirma en el artículo de Monteano hubieran sido
soldados de tropa, habrían quedado datos de que sirvieron como tales, pero ni
existen ni fueron pagados como soldados; razones suficientes para deducir que
ha novelado su relato, más que ajustarse a la historia de lo que realmente
ocurrió en Amaiur.
En fin,
que para aportar el relato de hechos veraz, no sirven los títulos oficiales.
Hace falta mamar de las fuentes del conocimiento con tenacidad y pasión propia
para llegar a ser el padre de la criatura. Y Monteano sabe por qué le digo
esto".
Peio J. Monteano: "Amaiur, 1522".
"la respuesta del señor
Esarte me resulta, cuando menos, confusa. Admite su error al cuantificar los
efectivos del ejército que conquistó el castillo de Amaiur. Por otro lado,
asegura que los navarros no participaron en él, pero a la vez afirma que lo
hicieron obligados y no fueron combatientes. No, pero sí. También su negativa a
reconocer, contra toda evidencia documental, que en la conquista de Navarra la
postura de los navarros estuvo mediatizada por la existencia de dos bandos
nobiliarios enfrentados.
Las milicias navarras
Los
documentos del Archivo Real y General de Navarra (Fondo Rena) y de Archivo
General de Simancas (Fondo Contaduría del Sueldo) que acreditan el pago a las
milicias navarras son tan precisos que permiten evaluar el número de soldados.
En ellos figura cuántos eran, el día en que salieron de sus valles, quién era
su capitán, cuántos días sirvieron y cuánto cobraron. Sabemos así, que la mayoría
de ellos salieron de sus casas el 5 y 6 de julio. Pasaron revista de sus
efectivos hombre a hombre (alarde) ante los pagadores castellanos el 21 de
julio, es decir, dos días después de la toma del castillo, donde recibieron un
adelanto de la paga para poder costearse su sustento. Finalmente, el día 25 las
milicias navarras fueron licenciadas.
La
precisa contabilidad castellana acredita todo ello con rigor contable. Un
ejemplo lo tenemos en el expediente de pago a las milicias de los valles de
Guesálaz, Yerri y villa de Mendigorría, que capitaneó el señor de Sarria.
Gracias a la excelente labor de organización llevada a cabo por mis compañeros
del AGN, puede consultarse en Archivo Abierto introduciendo en el buscador del
fondo Rena las palabras Sarria y Amaiur. Como en este caso la
letra cortesana castellana de la época es muy complicada de leer, permítaseme
que extracte la información. Salieron de sus casas el 5 de julio y en el citado
alarde resultaron ser 149 hombres, cuyos nombres se recogen en el poder
notarial. Retribuidos a 28 maravedís por día y descontados los tres a que
estaban obligados por el fuero a servir a su costa, los 18 días de servicio se
les pagaron con 78.020 maravedíes, incluido el sueldo del capitán (2.923).
Descontados los 48.232 que recibieron de adelanto, el recibo firmado de su puño
y letra un año después reza así: “Conozco yo, Francés de Lodosa, señor de
Sarria, que recibí del señor micer Juan Rena los 29.788 maravedís de esta otra
parte contenidos que yo hube de haber por mí y en nombre de la gente que llevé
a mi cargo en la jornada de la toma de Maya por virtud de los poderes que de
ellos tengo. Y porque es verdad, firme esta de mi nombre en Pamplona a 23 de
agosto de 1523 años. Francés de Lodosa”. Documentos similares tenemos para el
resto de tropas navarras. Por si fuera poco, en Simancas se encuentran las
relaciones, uno a uno, de todos los milicianos de esas milicias y de las de
Goñi, Valdorba, Valdizarbe, Egüés, Etxauri, Roncal, Sakana y Tierra de
Sangüesa.
Es
cierto que, como yo mismo expongo extensamente en mi obra, muchos de ellos
debieron participar contra su voluntad. ¿Cuántos? No lo sabemos. También parece
ser cierto, a la vista de las bajas y heridos causados y de ciertos procesos
judiciales, que el asalto a la fortaleza fue llevado a cabo por las tropas
profesionales españolas y, en especial, por los 40 artilleros que sirvieron la
batería. Los navarros debieron limitarse a cerrar el asedio, impidiendo la
llegada de cualquier socorro a los sitiados.
No
quiero extenderme más en este tema. A quien esté interesado, remito al análisis
y referencias documentales que incluyo en mi obra De Noáin a Amaiur
(Pamiela, 2010).
Las parcialidades
Respecto
a la existencia de bandos, creo que la postura del señor Esarte es igualmente
indefendible. La carta en la que el notario Agerre destaca la presencia de
navarros beamonteses y agramonteses en el ejército del virrey es difícil de
rebatir. Se trata del original firmado de su mano y escrito en una clara letra
humanística, típica de la Navarra de la época. Para acceder a su copia digital,
basta con introducir Aguerre en el buscador del Fondo Rena (Archivo
Abierto).
No
obstante, si el señor Esarte no da crédito al notario legitimista, tal vez lo
haga al mismo rey Juan III de Labrit. Éste se refiere a las parcialidades
navarras cuando a principios de 1515, estando exiliado en Bearne, explicaba en
castellano a su canciller el inicio de conversaciones con Francés de Beaumont:
“Como sabéis, siempre habemos procurado lo más que nos ha sido posible de ganar
las voluntades de los navarros, especialmente de los beamonteses, pues la de
los otros, teniendo acá al Mariscal y a los otros caballeros que están en
nuestro servicio, las tenemos permanente”. El documento original está en el
Archivo de Pau (Legajo E-556).
Así,
pues, la cuestión no radica ya en si existieron o no bandos o parcialidades
nobiliarias con actitudes diferentes y cambiantes ante el invasor. Tampoco si
tropas navarras participaron o no en la toma de Amaiur. Ambas cuestiones están
suficientemente acreditadas y los historiadores navarros no debemos ocultarlo.
La cuestión es saber si esas parcialidades tenían unos postulados que hoy
llamaríamos políticos y conocer en medio de qué condicionantes ideológicos,
materiales y de coyuntura internacional se tuvieron que desenvolver para poder
así entender y explicar esos comportamientos.El autor es técnico superior / goi
mailako teknikaria Archivo Real y General de Navarra / Nafarroako Errege
Artxibo Nagusia".
Pedro Esarte: "Alrededor de los hechos de Amaiur el año de 1522".
"Tras una nueva respuesta de Monteano voy a tratar de
desenredar el tema lo más claramente posible, concretando hechos que tienden a
difuminarse en la ambigüedad empleada en sus respuestas.
1.ª Monteano dice
que mi escrito le resulta confuso, y le sirve para no contestar directamente a
mis planteamientos. Además, falta a la verdad cuando afirma que “La respuesta
del señor Esarte […] admite su error al cuantificar los efectivos del ejército
que conquistó el castillo de Amaiur”. Pero no es así; mantuve y mantengo que
los aproximados 10.000 españoles que cito, capitanía por capitanía, como ya
expuse y ratifico, los aporté y justifico por medio de declaraciones de
soldados que, tras ser parte de las tropas que estuvieron en Amaiur, se
establecieron en Navarra y relataron en declaraciones prestadas
voluntariamente, sobre las capitanías asistentes, en cuáles sirvieron y los
lugares donde combatieron. Y todos los datos de las capitanías que estuvieron
en Amaiur vienen con su referencia expresa de dónde están tomados. Su extensión
no permite traerlo a un artículo de prensa, pero Monteano conoce sobradamente
los datos y la precisión de las referencias que doy dato por dato y separados
(lo que no hacen todos los titulados) tomados del entonces AGN.
2.º Monteano me
acusa de “no dar crédito al notario legitimista”, cuando lo que no doy crédito
es a la trascripción del P. Recondo, al que conocí personalmente y mentía más
que hablaba y textualmente dije: “Copia, que se la tomé al P. Recondo, y a cuya
trascripción sobre beamonteses y agramonteses no le doy crédito, tal como pongo
en la tercera edición del libro de la conquista”. Plena conformidad con el
documento que cita Monteano, pero no es el que yo me refería.
3.º La nominación
de “infantes” a los navarros que utiliza Monteano nunca fue usado por los
castellanos en Navarra. Se encuentra en unos documentos de Simancas como gastos
de pago a “infantes”. ¿Cómo puede ser esta contradicción? Pues se trata de unas
listas de cuentas presentadas, donde se les nomina así con sendas paradojas: no
son cartas de pago, carecen de remitente y la nominación de infantes no se
justifica. Entonces me acordé de las cuentas del Gran Capitán y deduje que la
tal cuenta era de alcance meritorio del virrey de turno para ser agraciado por
gastos realizados.
4.º Ya me dirá
cómo explica su afirmación de que se tomó alarde el día 21 de julio (dos días
después de la rendición del castillo de Amaiur) cuando los alardes se
realizaban previamente a la confrontación armada. Y tan extraña es también la
afirmación de que la tropa cobró de los “pagadores castellanos”, cuando no
había un solo maravedí para costear los pagos. En mi libro sobre la conquista
(del 2001 y 2014) empleo un capítulo para los pueblos que no cobraron sus
aportaciones de hombres a la toma de Amaiur (las ciudades, villas y
particulares que prestaron dinero no cobró ninguna, pp. 492-496) incluso tras
obtener sentencias a favor de su pago. Y en mi último libro (Rena II),
explico cómo se emitían libranzas que luego no se pagaban, y que algunos dan por
liquidadas.
5.ª En cuanto al
señor de Sarria, Monteano cita cómo cobró los servicios en la toma de Amaiur un
año más tarde y aduce que documentos similares hay “para el resto de tropas
navarras”. Pero no ocurre lo mismo con las que tuvieron que recurrir, como, por
ejemplo, fue el caso de los pueblos de Anoz, Saldise, Ollo, Arteta, Senosiáin,
Eguíllor, Beasoáin, Asiáin y cendeas de Olza y valle de Ollo. Pueblos que
todavía pleiteaban en 1527 para conseguir que se les pagase. Y ya he adelantado
que ni siquiera las sentencias favorables significaban la seguridad de que
llegasen a cobrar.
6.º Pero un buen ejemplo para situar lo ocurrido en Amaiur al
tiempo de su ocupación es lo ocurrido con los Arizala (padre y dos hijos que se
hallaban dentro del fuerte), y quisieron rendirse a los de Puente la Reina
(gente del señor de Sarriá) y no les valió a pesar de que Lezáun, primer
responsable por el señor de Sarriá quiso que fueran sus presos para ser
rescatados por ellos. Pero fueron despojados de todo por soldados regulares, y
además ser presos de estos para el pago de un rescate de 200 ducados. Eso les
condujo al decomisó del ganado que poseían en su casa de Azcona, y sufrir tres
juicios. Sintomático de lo que representa un país ocupado y tropas que lo
someten.
7.º Así, el
debate esencial trata de si Navarra fue sometida por otro país extranjero o lo
hizo voluntariamente. Para mí los datos no ofrecen duda sobre lo ocurrido.
Una cosa es que una parte de la nobleza rebelde actúe
integrada en el ejército castellano, utilizando entrambos de forma espuria la
llamada del apellido -usurpando la jurisdicción a favor de quien carece del
derecho a la potestad-, y otra, sustancialmente diferente poner el acento en
buscar datos sin cuestionar el peso de la abundante documentación y pruebas de
que solo hubo un ejército en unidad militar y mando único.
El Estado navarro pues, fue víctima de una invasión
extranjera, cuando en su territorio no había oposición armada. Se impone así el
poder como jurisdicción de justicia conquistada. Hechos justificados en mis
obras por activa y por pasiva.
Tratar de tergiversar esta realidad, sosteniendo que la
conquista castellana fue cuestión de enfrentamiento entre dos parcialidades (o
asentando una rebeldía armada inexistente) es tratar de ocultar la conquista de
Navarra mediante invasión extranjera, dándole el peso de “guerra civil”. Un
presentismo similar al de quienes habiendo negado hasta ayer mismo la conquista
de Navarra, pretenden ahora normalizarla como un asunto “antiguo” entre
navarros. Como si aquellos hechos no hubieran tenido relación alguna en nuestra
situación actual, que se rige desde la misma monarquía que se apropió de lo que
no le pertenecía. Y desgraciadamente, este es el debate para aclarar hoy día,
de cara al presente y al futuro".
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