Honorio Ibarra |
"El 25 de junio de 1944, los vecinos de Mezkiritz y de otros pueblos cercanos
escucharon un enorme estruendo procedente del exterior.
Esa misma mañana, el bombardero americano B-17 Powerful Katrinka
se estrelló en sus parajes a escasos metros del pueblo, en el término de Sakarte;
un acontecimiento que ha quedado perdido en el tiempo pero que ahora sus restos
resurgen en la memoria de las personas mayores que vivieron aquel hito histórico.
Los nueve tripulantes que lograron saltar entre Aurizberri/Espinal y Mezkiritz
fueron rescatados por los militares y los habitantes de la zona,
que les recibieron con los brazos abiertos.
El próximo 22 de junio, con motivo del 70º aniversario
de la última misión del Powerful Katrinka, la localidad de Auritz / Burguete
acogerá una charla en la que María-Esther Etxarren Etulain y su marido Marco Julié
relatarán una larga investigación que han llevado a cabo desde el 2011;
un trabajo que próximamente se verá reflejada en su libro titulado
"El Powerful Katrinka, la historia de la fortaleza aérea
que se estrelló el 25 de junio de 1944 en Mezkiritz".
En junio de 1944, en el auge de la Segunda Guerra Mundial,
los aliados continuaban atacando las defensas alemanas
para ayudar al avance de las tropas y la aviación se dedicaba
frecuentemente a atacar desde el aire sus instalaciones.
El Powerful Katrinka fue fabricado en Long Beach, California,
y después de realizar 44 misiones a lo largo de su trayectoria,
el domingo 25 de junio, poco antes de la madrugada,
el grupo de bombarderos número 379
despegó de la base de Kimbolton, en Gran Bretaña.
Según la investigación de la escritora María Esther Etxaren y su marido Marco Julié,
la tripulación estaba compuesta por nueve americanos:
Thomas D. Butcher, Joseph L.Weels, Franklin R.Vita, Richard Daniels,
Robert Reid, Rollin Borham, Bennie Burseth, Rudolph Supper y Ralph F.Crawford;
todos ellos jóvenes de entre 19 y 23 años.
Este avión era parte de un dispositivo de 240 bombarderos B17,
escoltados por 228 cazas, cuyo objetivo era el aeródromo de Toulouse,
en el sur de Francia entonces ocupada por los alemanes;
operación cuyo nombre en clave era "Francazal".
El plan de vuelo pasaba por Normandía, donde los aliados habían desembarcado
tres semanas antes, y donde seguía una batalla encarnizada.
Al atravesar Normandía, el avión B17 Powerful Katrinka
fue alcanzado por la defensa antiaérea alemana sin sufrir ninguna avería aparente.
Pero unas horas más tarde, cerca de Toulouse,
los motores empezaron a pararse uno tras otro, según el relato que aporta Etxarren.
Ante la imposibilidad de volver a Inglaterra,
la tripulación del aparato decidió poner rumbo hacia un país neutral en la guerra.
Pero a causa del daño que sufrió la aeronave, la tripulación
fue pronto consciente de que la pérdida de altura impediría cruzar los Pirineos,
por lo que decidieron desprenderse de la carga pesada del avión
a pesar de que éste ya volaba a ras de las montañas.
Tras cruzar la localidad de Garazi / San Juan Pied de Port,
alcanzaron Luzaide / Valcarlos,
y sobrevolaron el monte de Lindux, pero a la altura de Aurizberri / Espinal
la caída del avión era ya inminente, tanto es así que hacia las 10.30
"el capitán les aviso de que tenían que prepararse
para evacuar el avión porque la situación era crítica".
Tras activar la alarma de evacuación, los nueve tripulantes
comenzaron a saltar en paracaídas entre Aurizberri / Espinal y Mezkiritz,
y el avión acabó estrellándose en esta última localidad.
María Esther Etulain cuenta que Bennie Burseth
le relató esos momentos previos de angustia,
puesto que si estaban en territorio administrativamente francés
podrían ser víctimas de los ocupantes nazis.
En ese mismo momento en el que los dos primeros tripulantes decidieron saltar
en Aurizberri / Espinal, el joven de 16 años Florencio Erro Ibarra
se encontraba camino de misa junto a sus amigos,
hasta que el estruendo "de aquel bicho enorme" les sorprendió.
"Veíamos cómo el avión iba rozando la peña de Mendixuri
y cómo de repente caían personas en paracaídas.
Expectantes, Florencio Erro y sus amigos se acercaron y allí se encontraron
"a un chaval de unos 22 años, alto y rubio,
vestido con un traje caqui con muchos bolsillos".
"En cuanto nos vio, el hombre empezó a gritar algo en inglés y de repente,
entre unos arbustos apareció un segundo tripulante", relata.
Es cuando decidieron llevar a los dos americanos
a casa del vecino de Aurizberri-Espinal Peio Urtasun,
quien había estado en América y podría comunicarse con ellos.
En el mismo momento en que el avión se estrelló en Mezkiritz,
el vecino de la localidad Honorio Ibarra,
se encontraba en ese mismo punto con sus ovejas
y desde allí observó cómo saltaban los tripulantes en el monte Berragu
y como ardía el avión arrasando parte del monte.
"Fui el primero que vio todo, pero en ese momento no me acerqué
porque había mucho fuego y era peligroso", recuerda.
Con una sonrisa evoca que nunca antes había visto paracaídas,
y lo primero que pensó fue: "vaya txoris".
Cuando siete tripulantes fueron rescatados, según cuenta el vecino de Auritz / Burguete
Manuel Mari Etulain Urrutia, "los trajeron todos al botiquín".
En esa época, los militares habían alquilado una habitación
en la casa Garate de Auritz-Burguete y es a donde fueron trasladados,
mientras "uno de ellos lloraba, porque al engancharse el paracaídas
con una rama de un árbol se había roto la pierna".
Según la información facilitada por la escritora en Garazi / San Juan Pied de Port,
Ralph Crawford sufrió una caída de 8 metros.
"Cuando le encontraron, un vecino le construyó una muleta con la rama de un árbol".
Etulain cuenta cómo los rescatados "llevaban unos buzos azules,
les colgaban unos trozos de cable y tenían enchufes",
puesto que en la época para resguardarse de los -30 grados
los tripulantes eran enganchados al avión.
Asimismo, Etulain recuerda que cuando los soldados americanos
llegaron al botiquín "dibujaron en una hoja un triángulo con tres rayas,
para enseñar dónde les habían herido".
En el año 2010, María Esther Etxarren Etulain supo por su padre,
que vivía en Auritz / Burguete, la historia de este avión estrellado en Mezkiritz.
En ese momento esta ingeniera aeronáutica, junto a su marido,
también ingeniero, Marco Julié, decidieron llevar a cabo una investigación.
Con la ayuda de Sebastián Lusarreta se acercaron hasta el paraje del accidente
del Powerdul Katrinka "y para nuestra sorpresa removimos un poco la tierra
y encontramos trozos de aluminio".
"En el momento en el que encontramos restos fue como si hubiésemos tenido
una conexión directa con la Segunda Guerra Mundial", cuenta Etxarren.
Entonces, decidieron ponerse en contacto con los archivos americanos
del Ejército del Aire y tras una larga investigación contactaron con uno de los tripulantes
que sobrevivió y que en ese momento tenía 91 años.
"Bennie Burseth estaba encantado de contar su historia
y enseguida nos mandó sus memorias de guerra", comenta la ingeniera.
Gracias a una larga investigación, María Esther Etxarren Etulain y Marco Julié
descubrieron que "siete tripulantes fueron trasladados el mismo domingo
al Hotel Casa Marceliano de Pamplona y Crawford al hospital militar".
La mayor incógnita para el matrimonio fue saber que había pasado
con Butcher y Supper, los dos últimos en saltar.
Tras recorrer una multitud de pueblos de la zona,
"en Nagore encontramos a un hombre que recordaba lo sucedido".
Tal y como explica Etxarren en Garazi / San Juan Pied de Port,
"los dos americanos que faltaban se escondieron ese domingo
en una borda de Nagore, y al día siguiente escucharon a una pareja
que paseaba en el lugar hablar en castellano,
por lo que salieron de inmediato de su escondite", explica.
Posteriormente, los nueve tripulantes fueron juntados
y trasladados a Alhama de Aragón.
Asimismo, la escritora supo que un grupo de militares de Logroño
cortaron a trozos el avión y los vecinos de Mezkiritz Honorio Ibarra
y Alfonso Elizalde se encargaron de trasladarlos
en carros con bueyes mediante 40 viajes.
Florencio Erro recuerda que en esa época algunas mujeres
se llegaron a hacer vestidos con la tela de los paracaídas".
De la misma manera, en la casa de Ibarra una botella de material cilíndrico
fue utilizada durante años como bolsa de agua caliente para la cama".
de la última misión del Powerful Katrinka, la localidad de Auritz / Burguete
acogerá una charla en la que María-Esther Etxarren Etulain y su marido Marco Julié
relatarán una larga investigación que han llevado a cabo desde el 2011;
un trabajo que próximamente se verá reflejada en su libro titulado
"El Powerful Katrinka, la historia de la fortaleza aérea
que se estrelló el 25 de junio de 1944 en Mezkiritz".
los aliados continuaban atacando las defensas alemanas
para ayudar al avance de las tropas y la aviación se dedicaba
frecuentemente a atacar desde el aire sus instalaciones.
El Powerful Katrinka fue fabricado en Long Beach, California,
y después de realizar 44 misiones a lo largo de su trayectoria,
el domingo 25 de junio, poco antes de la madrugada,
el grupo de bombarderos número 379
despegó de la base de Kimbolton, en Gran Bretaña.
Según la investigación de la escritora María Esther Etxaren y su marido Marco Julié,
la tripulación estaba compuesta por nueve americanos:
Thomas D. Butcher, Joseph L.Weels, Franklin R.Vita, Richard Daniels,
Robert Reid, Rollin Borham, Bennie Burseth, Rudolph Supper y Ralph F.Crawford;
todos ellos jóvenes de entre 19 y 23 años.
Este avión era parte de un dispositivo de 240 bombarderos B17,
escoltados por 228 cazas, cuyo objetivo era el aeródromo de Toulouse,
en el sur de Francia entonces ocupada por los alemanes;
operación cuyo nombre en clave era "Francazal".
El plan de vuelo pasaba por Normandía, donde los aliados habían desembarcado
tres semanas antes, y donde seguía una batalla encarnizada.
Al atravesar Normandía, el avión B17 Powerful Katrinka
fue alcanzado por la defensa antiaérea alemana sin sufrir ninguna avería aparente.
Pero unas horas más tarde, cerca de Toulouse,
los motores empezaron a pararse uno tras otro, según el relato que aporta Etxarren.
Ante la imposibilidad de volver a Inglaterra,
la tripulación del aparato decidió poner rumbo hacia un país neutral en la guerra.
Pero a causa del daño que sufrió la aeronave, la tripulación
fue pronto consciente de que la pérdida de altura impediría cruzar los Pirineos,
por lo que decidieron desprenderse de la carga pesada del avión
a pesar de que éste ya volaba a ras de las montañas.
Tras cruzar la localidad de Garazi / San Juan Pied de Port,
alcanzaron Luzaide / Valcarlos,
y sobrevolaron el monte de Lindux, pero a la altura de Aurizberri / Espinal
la caída del avión era ya inminente, tanto es así que hacia las 10.30
"el capitán les aviso de que tenían que prepararse
para evacuar el avión porque la situación era crítica".
Tras activar la alarma de evacuación, los nueve tripulantes
comenzaron a saltar en paracaídas entre Aurizberri / Espinal y Mezkiritz,
y el avión acabó estrellándose en esta última localidad.
María Esther Etulain cuenta que Bennie Burseth
le relató esos momentos previos de angustia,
puesto que si estaban en territorio administrativamente francés
podrían ser víctimas de los ocupantes nazis.
En ese mismo momento en el que los dos primeros tripulantes decidieron saltar
en Aurizberri / Espinal, el joven de 16 años Florencio Erro Ibarra
se encontraba camino de misa junto a sus amigos,
hasta que el estruendo "de aquel bicho enorme" les sorprendió.
"Veíamos cómo el avión iba rozando la peña de Mendixuri
y cómo de repente caían personas en paracaídas.
Expectantes, Florencio Erro y sus amigos se acercaron y allí se encontraron
"a un chaval de unos 22 años, alto y rubio,
vestido con un traje caqui con muchos bolsillos".
"En cuanto nos vio, el hombre empezó a gritar algo en inglés y de repente,
entre unos arbustos apareció un segundo tripulante", relata.
Es cuando decidieron llevar a los dos americanos
a casa del vecino de Aurizberri-Espinal Peio Urtasun,
quien había estado en América y podría comunicarse con ellos.
En el mismo momento en que el avión se estrelló en Mezkiritz,
el vecino de la localidad Honorio Ibarra,
se encontraba en ese mismo punto con sus ovejas
y desde allí observó cómo saltaban los tripulantes en el monte Berragu
y como ardía el avión arrasando parte del monte.
"Fui el primero que vio todo, pero en ese momento no me acerqué
porque había mucho fuego y era peligroso", recuerda.
Con una sonrisa evoca que nunca antes había visto paracaídas,
y lo primero que pensó fue: "vaya txoris".
Cuando siete tripulantes fueron rescatados, según cuenta el vecino de Auritz / Burguete
Manuel Mari Etulain Urrutia, "los trajeron todos al botiquín".
En esa época, los militares habían alquilado una habitación
en la casa Garate de Auritz-Burguete y es a donde fueron trasladados,
mientras "uno de ellos lloraba, porque al engancharse el paracaídas
con una rama de un árbol se había roto la pierna".
Según la información facilitada por la escritora en Garazi / San Juan Pied de Port,
Ralph Crawford sufrió una caída de 8 metros.
"Cuando le encontraron, un vecino le construyó una muleta con la rama de un árbol".
Etulain cuenta cómo los rescatados "llevaban unos buzos azules,
les colgaban unos trozos de cable y tenían enchufes",
puesto que en la época para resguardarse de los -30 grados
los tripulantes eran enganchados al avión.
Asimismo, Etulain recuerda que cuando los soldados americanos
llegaron al botiquín "dibujaron en una hoja un triángulo con tres rayas,
para enseñar dónde les habían herido".
En el año 2010, María Esther Etxarren Etulain supo por su padre,
que vivía en Auritz / Burguete, la historia de este avión estrellado en Mezkiritz.
En ese momento esta ingeniera aeronáutica, junto a su marido,
también ingeniero, Marco Julié, decidieron llevar a cabo una investigación.
Con la ayuda de Sebastián Lusarreta se acercaron hasta el paraje del accidente
del Powerdul Katrinka "y para nuestra sorpresa removimos un poco la tierra
y encontramos trozos de aluminio".
"En el momento en el que encontramos restos fue como si hubiésemos tenido
una conexión directa con la Segunda Guerra Mundial", cuenta Etxarren.
Entonces, decidieron ponerse en contacto con los archivos americanos
del Ejército del Aire y tras una larga investigación contactaron con uno de los tripulantes
que sobrevivió y que en ese momento tenía 91 años.
"Bennie Burseth estaba encantado de contar su historia
y enseguida nos mandó sus memorias de guerra", comenta la ingeniera.
Gracias a una larga investigación, María Esther Etxarren Etulain y Marco Julié
descubrieron que "siete tripulantes fueron trasladados el mismo domingo
al Hotel Casa Marceliano de Pamplona y Crawford al hospital militar".
La mayor incógnita para el matrimonio fue saber que había pasado
con Butcher y Supper, los dos últimos en saltar.
Tras recorrer una multitud de pueblos de la zona,
"en Nagore encontramos a un hombre que recordaba lo sucedido".
Tal y como explica Etxarren en Garazi / San Juan Pied de Port,
"los dos americanos que faltaban se escondieron ese domingo
en una borda de Nagore, y al día siguiente escucharon a una pareja
que paseaba en el lugar hablar en castellano,
por lo que salieron de inmediato de su escondite", explica.
Posteriormente, los nueve tripulantes fueron juntados
y trasladados a Alhama de Aragón.
Asimismo, la escritora supo que un grupo de militares de Logroño
cortaron a trozos el avión y los vecinos de Mezkiritz Honorio Ibarra
y Alfonso Elizalde se encargaron de trasladarlos
en carros con bueyes mediante 40 viajes.
Florencio Erro recuerda que en esa época algunas mujeres
se llegaron a hacer vestidos con la tela de los paracaídas".
De la misma manera, en la casa de Ibarra una botella de material cilíndrico
fue utilizada durante años como bolsa de agua caliente para la cama".
"Diario de Noticias de Navarra"
[reportaje de Iurre Bidegain]
16/6/2014
(resumen)
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