Presentamos aquí otro artículo de Victor Manuel Egia Astibia,
investigador especialista en historia industrial.
Esker mila Bittor!
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"El cultivo de la caña azucarera fue
introducido en la península ibérica en el siglo X por los árabes y las
referencias al mismo son muchas en los siglos XIII al XV en el Reino de
Granada. Sin embargo la cantidad cultivada no era muy importante ya que
para los árabes el principal producto endulzante era y sigue siéndolo la
miel. Pero, la producción de azúcar fue aumentando en las tierras
dominadas por el cristianismo y se hizo importante a partir del siglo XV
en la costa levantina. De esta forma, se llegó a producir el azúcar
suficiente para la península y exportar a gran parte de Europa. En el
siglo XVII y en gran parte a causa de la expulsión de los moriscos
peninsulares, la producción fue disminuyendo de forma paulatina hasta
hacerse casi testimonial. Pero la planta de caña de azúcar fue llevada
por los españoles a Cuba y otras colonias antillanas en donde se adaptó
fácilmente. El cultivo de la caña y la producción de azúcar fue
importantísimo en la Cuba de la primera mitad del siglo XIX con grandes
cantidades exportadas a Estados Unidos, España y a otros estados
europeos como Inglaterra, Francia y Alemania, llegando a cubrir una
cuarta parte del consumo de azúcar del mundo occidental. La abolición
del sistema esclavista en 1880 desmoronó la producción cubana
especialmente en lo que respecta a la elaboración del azúcar. A partir
de entonces una gran parte de la caña producida en Cuba se enviaba en
crudo a Estados Unidos, en donde se refinaba y se comercializaba.
Coincidiendo con el declive de la
producción cubana, en el último tercio del siglo XIX se inició en España
el cultivo de la remolacha azucarera. Semillas llevadas hasta Granada
desde Alemania y Polonia, países pioneros en la industria azucarera
tanto en el cultivo como en la fabricación de maquinaria específica para
la producción de azúcar, fueron el comienzo de una industria que llegó a
ser importante especialmente en la primera mitad del siglo XX. En 1882
se construyó en Granada la primera fábrica de azúcar de remolacha, el
llamado “Ingenio de San Juan”. Para finales de 1891 ya existían en la
península trece fábricas de azúcar de remolacha, diez de ellas en la
Vega de Granada. En los años siguientes la producción de remolacha fue
extendiéndose por la península haciéndose especialmente intensa en la
ribera aragonesa y navarra del Ebro. Los precios del azúcar bajaron
hasta un cincuenta por ciento pero la aparición de nueva maquinaria y la
revolución que supuso en aquellos años la llegada del vapor le dieron
un nuevo impulso para superar la crisis.
En este contexto, el siglo XX trajo
consigo a Navarra la industria de la producción de azúcar de remolacha
con la fundación de la azucarera “La Concepción” en Marcilla y casi
simultáneamente, de la Azucarera de Tudela en 1900 (Fig. 1). En aquellos
años Navarra llegó a ser, tras Granada y Zaragoza, la tercera región
productora de azúcar del Estado. Pocos años más tarde, en 1917 se
construyeron la Regional y la Raperie en Cortes y en 1927 la de Carlos
Eugui en Pamplona. Ninguna de ellas llegó al siglo XXI como veremos.
Aunque desde unos cinco años antes se
venía trabajando en los estudios previos de viabilidad, presupuesto etc.
la Sociedad Azucarera de Tudela se constituyó como tal el 9 de
Noviembre de 1899. Su valedor más importante había sido el tudelano D.
León Guallart, Diputado a Cortes por el distrito de Tudela, junto con el
abogado también tudelano Tomás Moreno y el farmacéutico zaragozano
Antonio Miguel. Fue precisamente León Guallart (Fig. 2) el primer
presidente del Consejo de Administración de la sociedad cuyo capital
social inicial fue de 3.000.000 de pesetas en acciones de quinientas. En
el acto constitucional ya se designó a D. Manuel Abascal como ingeniero
de obras. Los terrenos elegidos para la instalación fabril entre el río
Ebro y la estación del ferrocarril, aseguraban el suministro de agua,
imprescindible para la fabricación de azúcar, y el desagüe de las
residuales. Por otra parte una vía-apartadero propia aseguraba la
recepción de la materia prima y el posterior transporte del azúcar y
otros productos elaborados en el ferrocarril hacia sus destinos
comerciales. El 7 de Febrero de 1900 comenzaron las obras, adjudicadas
al constructor Blas Morte, y el 6 de Diciembre fue inaugurada
oficialmente aunque ya llevaba casi un mes produciendo (Fig. 3). La
fábrica ocupaba unos treinta mil metros cuadrados contando con una gran
nave central con la torre de prensado, filtros y sala de calderas, el
horno de cal y la chimenea de ladrillo de 45 metros de altura. La
maquinaria, bombas de pistón y de vacío a vapor, motores etc. fue traída
desde Sangerhausen en Sajonia vía marítima hasta Pasaia y después en
ferrocarril hasta Tudela. Alemania estaba entonces a la cabeza en la
construcción de maquinaria para fabricar azúcar y las máquinas traídas a
Tudela habían sido recientemente presentadas en la Exposición Universal
de Paris por la empresa constructora. También sus dos primeros
directores fueron alemanes, los ingenieros Otto Reimbrecht y Frans Murke
aunque poco después les sustituyó el también ingeniero tudelano Manuel
Abascal. Proyectada inicialmente para una molienda de 100 toneladas
diarias, en su primera campaña 1900-1901 ya molturaba 300 toneladas al
día.
El primer gran cambio social que supuso
la instalación de la azucarera en la Mejana fue el cambio en los
cultivos. Esta zona en donde hasta entonces se había cultivado
principalmente vid y alfalfa tuvo que cambiarse por la siembra de
remolacha. Lo mismo ocurrió en las riberas del Arga y Aragón con la
apertura de la de Marcilla. El cambio fue favorecido por la plaga de
filoxera iniciada en 1892 y que destruyó grandes extensiones de viñedo.
La caída de precios de la alfalfa, hasta entonces principal alimento del
ganado de tiro, y ahora en franca decadencia por la progresiva y rápida
sustitución de los animales por tracción eléctrica o de vapor, fue otro
factor favorecedor del cambio. Las empresas azucareras habitualmente
adelantaban al cultivador simiente y abono con lo cual estos tenían
asegurada la venta de la remolacha, el producto final -azúcar- estaba
entonces bien cotizado y además se aseguraba trabajo para un buen número
de temporeros. Una de las innovaciones que requería el cultivo de la
remolacha era la necesidad de labrar la tierra a más profundidad que
para otras siembras y voltearla para conseguir mayor meteorización. Para
ello se necesitaba el arado “brabant” que sustituyó al clásico arado
romano de reja. Esta fue una de las causas del ya iniciado e importante
desarrollo de la industria de maquinaria agrícola en Navarra en aquellos
años. Por otra parte, en 1900 en Tudela la presencia de la industria
era testimonial, con dos pequeñas industrias eléctricas y una fábrica de
cerillas que apenas daban trabajo a dos decenas de trabajadores y
alguna otra pequeña empresa familiar. Aunque, sobre todo en los primeros
años, el personal cualificado venía de fuera, la instalación de la
Azucarera supuso trabajo para unos 315 obreros sin contar con un buen
número de eventuales en las campañas de recogida y máxima producción. La
aparición del obrero industrial fue de esta forma, el otro gran cambio
social consecuencia del inicio de los trabajos de la empresa (Fig. 4).
En 1903 la Azucarera de Tudela se
integró junto con otras 45 empresas en el trust Sociedad General
Azucarera de España (SGAE) que, con un capital cercano a los 100
millones de pesetas, suponía una de las primeras sociedades estatales.
Las otras 11 empresas que no se integraron terminarían formando años
después otras dos grandes sociedades azucareras, la Compañía de
Industrias Agrícolas (CIA) y la Azucarera del Ebro. Sin embargo el
contrato de fusión con la SGAE fue recurrido poco después ya que no daba
derecho a la opción de mejora. Tras un largo pleito, la azucarera
tudelana se salía de la SGAE para junto con un grupo de capitalistas
navarros formar en 1916 la sociedad Agrícola Industrial Navarra S.A.
(AINSA). En 1952 pasó a formar parte de la Compañía de Industrias
Agrícolas recuperando su nombre de Azucarera de Tudela hasta su cierre
definitivo en 1985. Para el agricultor de la mejana el cultivo fue
inicialmente muy ventajoso ya que cobraba por tonelada de remolacha
entregada, independientemente de su calidad. Además al terminar la
campaña invernal de recogida recibía de forma gratuita la semilla y el
abono para la temporada siguiente. Esto supuso un grave problema en la
campaña de 1916 cuando la azucarera abandonó la SGAE y se transformó en
AINSA. Los agricultores habían recibido ya la semilla y el abono de la
SGAE que pretendía que después se entregara la remolacha en alguna de
sus azucareras mucho más alejadas de la ya escindida tudelana. Con los
años el panorama cambió y la empresa pagaba la remolacha al agricultor a
un precio diferente en función de la calidad del producto,
especialmente la cantidad de sacarosa contenida. Esto hizo que el
agricultor tuviera que preocuparse ahora, de cuidar sus cultivos y
luchar con las enfermedades propias de la planta, la llamada “amarillez”
enfermedad viral transmitida por el pulgón y el ataque del hongo
Cercospora. También debían competir con los productores de los pueblos
riojanos de Alfaro y Rincón de Soto que contaban con muchas hectáreas
cultivadas que también vendían en Tudela.
A lo largo de sus 85 años de historia la
empresa procedió a muchas mejoras y ampliaciones. En 1917 se montó una
destilería de melazas que fue mejorando en su estructura hasta
constituir en 1935 una completa destilería de alcohol por fermentación
de melazas con capacidad para producir 20.000 litros de alcohol por día.
La pulpa seca de remolacha se reciclaba para alimento del ganado. En
1920 AINSA adquirió la central térmica de la Electra Industrial Navarra
lindante con la azucarera y cuya chimenea aun se conserva en la
actualidad. La Electra Industrial de Navarra había sido fundada en 1899,
contaba con dicha central térmica y una hidroeléctrica en el río Ebro y
producía electricidad para el alumbrado de Tudela y de casi todas las
poblaciones circundantes así como para elevar agua de riego en la vega
de Tudela. En las instalaciones de esta térmica se instaló en 1923 una
fábrica de regaliz. A partir de la cocción en autoclave de la raíz del
regaliz o palodulce, planta herbácea leguminosa, se extrae un jugo y por
evaporación una masa espesa a la que se le añade sacarosa y fécula
consiguiendo así el producto final de consumo. La fabricación de regaliz
se abandonó en 1965 (Fig. 5). En 1924 se instaló una pequeña fundición
de hierro y bronce con un horno cubilote de 3.000 kilos de capacidad que
permitía fundir las piezas necesarias para la reparación de materiales
de todas las fábricas del grupo. Junto a ella un pequeño taller de
confección de moldes de madera. De esta forma el complejo fue creciendo
con gran cantidad de edificios y almacenes hasta llegar a los 160.000
metros cuadrados contando hasta con cuatro altas chimeneas de las que
hoy sólo quedan en pie dos de ellas, las construidas en 1899 y 1916.
Podríamos decir que la azucarera alcanzó sus máximos de producción a
finales de los años sesenta con casi 70.000 toneladas anuales de
remolacha molturadas.
En los años 70 la maquinaría fue
quedándose obsoleta, la producción de remolacha de los pueblos de la
ribera navarra fue disminuyendo hasta que la traída desde localidades de
la provincia de Zaragoza quintuplicó la cantidad. Además rápidamente el
cultivo de la remolacha se fue desviando hacia la ribera del Duero
mientras que en la del Ebro se comenzó a cambiar por maíz y cereales de
invierno, de menor coste de producción. En la campaña de 1973 se realizó
la última molienda y a partir de ese año se mantuvo una actividad
residual con trabajos para otras factorías de la C.I.A. La fábrica de
destilación de alcoholes de melaza siguió funcionando doce años más
hasta que el 25 de Mayo de 1985 cesó totalmente su actividad (Fig.6).
Quedaban sólo nueve trabajadores de plantilla incluyendo el director en
los últimos años Mariano Audera que había ingresado en la empresa como
químico en 1918. En 1987 se desmanteló la instalación y hubo un intento
por parte del Sr. Audera de que el Ayuntamiento de Tudela se hiciera con
la maquinaria para crear un museo industrial en el molino viejo de la
ciudad. Finalmente, por falta de apoyos e interés real, no pudo
realizarse el proyecto. Una de las bombas de pistón alemanas construida
en 1894 terminó en el Museo de la Técnica de Euskadi, el resto de
maquinaría fue vendida como chatarra. De las dos locomotoras americanas
Baldwin que la empresa compró en los años 20 para realizar sus trabajos
de carga y descarga por las vías secundarias entre la Estación y la
propia factoría una de ellas fue vendida en 1951 y terminó sus días en
la localidad turolense de Andorra. Hoy pertenece a la Asociación
Zaragozana de Amigos del Ferrocarril (AZAFT) que busca financiación para
su restauración y nueva puesta en marcha. Su gemela se desguazó en 1963
y una tercera locomotora marca Henschel utilizada en las mismas labores
fue traída desde el Tarazonica y hoy está expuesta en el cercano Parque
de Otoño de Tudela.
Finalmente se destruyeron las
instalaciones para construir una urbanización de viviendas unifamiliares
bajo el nombre de Barrio de la Azucarera. Se respetaron el edificio de
oficinas y viviendas de empleados y la casa del director y como en otras
ocasiones quedaron en pie, como decíamos, dos de las cuatro chimeneas
de ladrillo como testimonio (Fig.7). Para entonces, también cerrada la
azucarera de Marcilla en 1979 y a la que nos referiremos en otro
capítulo, había desaparecido en Navarra todo rastro de la fabricación de
azúcar de consumo a partir de la remolacha, que había marcado toda una
época de la historia de su agricultura.
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