2014-05-03

Olite-Erriberri: Estela / Hilarria



Obras en la zona de la capilla de San Jorge
"Una excavación realizada en el núcleo urbano primitivo de Olite/Erriberri, entre la iglesia de Santa María y el actual Parador de turismo, ha revelado el hallazgo singular de una estela funeraria medieval que fue tallada sobre una piedra reutilizada que conserva signos muy anteriores que, según los expertos en filología que la han estudiado, podrían estar escritos en un euskera arcaico o “paleovasco”.

            El trabajo de investigación aparece firmado en internet. (http://www.academia.edu/4415742/Una_inscripcion_en_signario_paleohispanico_de_Olite_Navarra_) por Mercedes Unzu y Javier Velaza, este último del departamento de Filología Latina de la Universidad de Barcelona, que también ha estudiado otra piedra hallada en Sansomain (Valdorba) que, supuestamente, relaciona la localidad con el sometimiento de los vascones al rey godo Suintila para refundar Olite.

    Velaza es especialista en inscripciones y epígrafes prehistóricos, así como en lenguas y culturas “paleohispánicas”, y ha trabajado en varios hallazgos realizados “en territorio vascón”. El estudio dedicado a la estela olitense se titula “Una inscripción en signario paleohispánico de Olite (Navarra)” y en él informa sobre el descubrimiento, examina los signos tallados y teoriza sobre la lengua en la que fueron escritos.

            El análisis comienza con una descripción de las circunstancia del descubrimiento. Recuerda que en 2008 se restauró una parte del Palacio Real de Olite y que se realizó una excavación arqueológica entre la iglesia de Santa María y el Palacio antiguo, actual Parador, en concreto en la zona donde estuvo la capilla de San Jorge, iniciada en 1399 y hoy en ruinas.


      “Se  hallaron 79 sepulturas correspondientes a una necrópolis de inhumación medieval” de ritual cristiano en la que, para señalar las tumbas, emplearon hitos y estelas de disco, algunas encontradas en muy buen estado. El momento de máxima utilización de este espacio como camposanto lo sitúa el experto entre los siglos XI y mediados del XIII.

            Pero es la sepultura mancada con el número 86 la que más llamó la atención. En ella localizaron un hito reutilizado “de una pieza antigua con inscripción paleohispánica”, que estaba fragmentada y “mutilada por la derecha y por la izquierda”. Las medidas de la pieza eran 43 x 37,5 x 9/12 cmts. En la cara que del epígrafe, “la superficie ha sufrido una pérdida notable que afecta a los signos de la parte superior”.

Tumbas bajo los plásticos
      En lo conservado, el especialista aprecia “tres signos y una interpunción”, grabados con “buena técnica” y, aunque no preservan su altura original, el experto calcula que medían aproximadamente 15 centímetros. La “interpunción” son dos puntos verticales separados unos 11 cmts. También avanza que “los signos han sido escritos de derecha a izquierda”, al revés que nuestra escritura actual.

            El primer carácter que se conserva es una “e” hecha con tres barras que se inclinan hacia abajo. “No pude descartarse que hubiere un cuarto trazo transversal en la parte perdida”. El segundo signo que es una “n” y el tercero, mutilado en la parte superior, podría dibujar una “s” realizada con cinco trazos en zigzag. La lectura completa es:  -] en : s [-

            A la hora de analizar las cuestiones epigráficas y paleográficas, el autor considera que la piedra reúne “una serie notable de singularidades y de problemas”, porque las inscripciones son “extraordinariamente excepcionales”. Sobre la identificación de los signos, el trabajo mantiene que, “con toda prudencia necesaria, no sería imposible que el signario en el que el epígrafe ha sido escrito sea celtibérico”.


      El gran tamaño de los signos también llama la atención. Los 37,5 cmts de longitud conservados son solo una pequeña parte del texto original, que requeriría “una anchura muy notable o de un número alto de líneas, o de ambas cosas ...”.

            En cuando al análisis que determina la lengua en la que fue escrito, el estudio descarta que sea celtibérico porque no tenía palabras que comenzaran por “s -”. Además, la terminación “-en” de la primera palabra es “prácticamente imposible” en esa lengua porque no se conserva ninguno con ese final. Sin embargo, aclara el autor, el final “- ( e )n” era habitual en ibérico y “también lo sería, hasta donde sabemos, en paleovasco (como sufijo genitivo conservado en vasco moderno)”.

            Sin embargo, “la balanza se decantaría a favor de una interpretación del texto como paleovasco” porque “no hay casos de inscripciones ibéricas escritas en signario celtibérico”. Mientras que en el caso del euskera arcaico sí que ocurre, como en el caso del “mosaico de Andelo”, todo ello, señala el trabajo, “con la cautela con la que ha de tomarse toda hipótesis”.


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29-4-2014                  




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