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"El escritor artajonés Fernando Maiora Mendia
acaba de sacar a la venta su noveno libro titulado Valdorba, nombres de casas,
en el que recoge por orden alfabético los nombres de los hogares del valle.
Se trata de un trabajo de 192 páginas que se nutre de documentación extraída
tanto de los archivos municipales como particulares y diocesanos.
Asimismo, durante el año que ha tardado en escribirlo,
Maiora se ha entrevistado con los propios vecinos del valle para ampliar la información existente.
Y es que no hay que olvidar que los nombres de las casas,
que se asignaban atendiendo al nombre del dueño, a su apellido, al lugar de origen,
a los oficios que desempeñaban sus habitantes, a su situación geográfica
o a hechos acaecidos en su interior (incendios por ejemplo),
han ido variando con el paso del tiempo, lo que dificulta su recopilación.
Para enriquecer la obra, el escritor ha incluido un amplio prólogo de inicio
en el que explica desde qué medidas debía cumplir (según se recogía en los Fueros de Navarra)
una casa para que fuera considerada vecinal o habitable
(12 codos de largo, 10 de ancho, tres vigas en el tejado,
puerta a la calle y posibilidad de encender fuego)
hasta qué tipos de vecinos, con los consiguientes derechos y obligaciones, residían en ellas.
Los residentes tenían voz y voto en el concejo o batzarre,
lo que incluía la obligación de tener que acudir a las reuniones.
Si no lo hacían, debían justificarlo porque de lo contrario se les imponía una sanción económica.
Además debían asumir de buen grado el resultado del sorteo que se realizaba
coincidiendo con la festividad de San Martín, mediante el que se repartían las diferentes tareas
que debían asumir los vecinos durante todo el año tales como
concejalías, pastoreos, quién iba a ejercer de merino, etc.
"Cuando una persona daba el paso de ser vecino, mandaba una solicitud al concejo
y si la aceptaban, le hacían pagar una cuantía económica.
También debía invitar a todo el vecindario a una comida,
tras la cual le levantaban y le hacían jurar que iba a defender el pueblo", relata Maiora.
Otros, en cambio, como muchos pastores que habitaban el valle
aunque no eran originarios del mismo, vivían en el pueblo sin contraer ni derechos ni obligaciones.
La tercera opción, muy extendida entre las personas pudientes,
consistía en comprar una casa en el pueblo, aunque sus dueños no residieran en él,
para que el ganado pudiera pastar en sus tierras.
El libro se presenta con una cubierta en la que se asoma la ermita de Katalain,
fotografiada por Ernesto López, ya que ésta era capital política tradicional del valle,
y con una contracubierta en la que aparece el parque eólico de Guerinda,
porque "las energías limpias son el futuro", dice Maiora.
Un juego entre pasado y futuro con el que el autor pretende captar la atención del lector.
El contenido de su interior se divide en cuatro capítulos
según los barrios o cendeas de la Valdorba:
en el primero se recogen la casas de Barásoain y Garínoain;
en el segundo las de Basondoa (Unzué, Echagüe, Solchaga, Olóriz, Oricin y Mendívil);
en el tercero las de Leozarana (Leoz, Uzquita, Iriberri, Artáriain e Iracheta);
y en el último las de Pueyo o La Marquesa (Pueyo, Sánsoain, Amunarrizqueta, Orísoain,
Maquírriain, Benegorri, Amátriain, Bézquiz, Pozuelo, San Lorenzo y Musker Iriberri).
"He respetado la escritura original que aparece en los archivos,
aunque los títulos los he puesto en euskera. Algunas veces me he encontrado con que los escribanos anotaban los nombres de las casas según su pronunciación, parecida a la de Baztan,
y no como correspondía. Así, se ven casos como Domingoiena en vez de Domingorena.
Para hacer su lectura más atractiva, he incluido fotos de las casas,
panorámicas de los pueblos y escudos de armas", comenta Maiora".
"Diario de noticias"
21-10-2013
(resumen)